Con residuos como sustratos, pequeños agricultores de Arica y Parinacota podrán cultivar sin suelo y ahorrando agua

El proyecto “Cultivo sustentable de hortalizas utilizando sustratos locales para los valles costeros y precordillera de la región de Arica y Parinacota” es ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Ururi y financiado a través del Gobierno Regional de Arica y Parinacota con un Fondo de Innovación para la competitividad (FIC)

 

Arica, febrero de 2022, Validar sistemas de cultivos hortícolas sustentables con alta eficiencia en el uso del agua y fertilizantes para los valles costeros y precordillera de la Región de Arica y Parinacota es el objetivo del proyecto “Cultivo sustentable de hortalizas utilizando sustratos locales para los valles costeros y precordillera de la región de Arica y Parinacota” el cual es ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Intihuasi a través de su Oficina Técnica INIA Ururi  y financiado a través del Gobierno Regional de Arica y Parinacota con un Fondo de Innovación para la competitividad (FIC).

 

Se trata de una iniciativa que centra su investigación en la economía circular y la eficiencia hídrica, puesto que contempla la implementación de huertos que utilicen residuos agrícolas como sustratos en un tipo de cultivo hidropónico sin suelo y con gran ahorro de agua, así lo explicó Marjorie Allende, directora del proyecto e investigadora y extensionista de INIA Ururi,

 

 “Sabemos que la agricultura está enfrentada a una policrisis para la producción de alimentos principalmente por a la escasez del recurso hídrico, la degradación de los suelos, el recambio que debemos hacer de energía a energías limpias. Por otro lado, existe el gran desafío de producir más alimentos debido al aumento exponencial de la población”, indicó Allende, destacando que con este proyecto se podrán validar sustratos que los mismos agricultores desechan y que podrían tener un impacto positivo ya sea en sistemas de cultivo sin suelo, como mediante su incorporación directa en cultivos convencionales.

 

Metodología

 

Para lograr esta validación, que abarca las áreas técnica y económica, se construyeron cuatro módulos demostrativos, que servirán a la vez como referentes para los propios agricultores y que contemplan la evaluación de tres diferentes sustratos en cada uno de ellos y luego la transferencia de estos resultados, mediante capacitación.

 

Uno de estos módulos se encuentra en el predio de Jesusa Quispe, pequeña agricultora de Alto Azapa, quien podrá tener la experiencia de cultivar frutillas sin suelo comparando la fibra de coco, un compost elaborado por ella misma con sus residuos orgánicos y otro compost comercial (Gromor).

“Decidimos evaluar con INIA estos tres tipos de sustratos para ver con cual nos va mejor, porque al trabajar sin suelo también la idea es sacar mayor producción en menos cantidad de terreno, (…) aparte también por las plagas porque de aquí a unos años más el tema de la producción sin suelo se van a masificar, porque los nematodos acá en la zona se vienen con fuerza”, indicó Quispe, quien produce en su terreno variedades de hortalizas como morrones, tomates y frutillas.

Si bien, explicó la agricultora, existe una gran cantidad de desechos orgánicos que podrían ser un insumo importante para elaborar el compost, siente que hace falta un mayor compromiso de los agricultores para reincorporar la materia orgánica desechada, así como mejores herramientas para elaborarlo.

“Acá en el valle se pierde mucho material vegetal. El problema más grande del compost es el tema del volteo, porque el compost alcanza una temperatura muy alta, entonces requiere volteo. Pero hacer el volteo manual del compost es muy difícil. Material orgánico hay harto, uno chipea para reintegrar pero corremos riesgo de reintegrar plagas. Además, los residuos orgánicos actualmente están amontonados y pueden llegar a generar problemas porque atraen moscas y ratones, pero nos hace falta una volteadora, para estos casos tendría que ser una industrial, nosotros lo volteamos así a pulso, pero es una cantidad mínima y es complicado”, sostuvo la agricultora, quien además, agradeció a INIA por las capacitaciones e información entregada para mejorar sus métodos, al respecto indicó: “nos han enseñado a realizar cambios, a trabajar de manera más organizada, más limpia a reutilizar la misma materia orgánica, la verdad es que me gusta trabajar con el INIA”, indicó Quispe.

Para la secretaria regional ministerial de agricultura, Ana Cecilia Rojas “la idea con este proyecto es poder analizar estos sustratos para que se puedan incorporar al suelo y además hacer cultivo sin suelo con sustratos locales lo que le da valor y aprovechamos de una manera mucho más óptima los recursos que tenemos, entendiendo que estando en una zona desértica necesitamos generar material orgánico”, añadiendo que,  “como región estamos enfocados en la búsqueda de mejores prácticas, prácticas más sustentables en pos de mantener o ir reforzando el estándar productivo que tenemos como región”.

 

Acerca de INIA

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.